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CARTAS DE LUCIA A VENTURA

Camagüey, noviembre 10 de 1959

 

Sr. Ventura Luis

Amor mío:

 

Te saludo en nombre del Señor, rogando a él cuando ésta llegue a tus manos te sientas bien y contento, pues yo muy contenta, gracias a Dios.

Mi vida, si supiera los días que pasé sin saber del ser que más amor en el mundo. Imagínate, desde Bayamo no recibía carta tuya, he pasado más de 20 días sin saber de ti, casi un mes. Las dudas me asaltaron nuevamente y para decirte la verdad, ni yo sé lo que pensé. Pero cuando llegué aquí, que me entregaron la carta, la cual me la envío María Toledo desde Holguín, entonces tomé nuevo aliento y fui confortada. Cuando leí tu carta me sentía llena de felicidad, pues vi que lo que había pensado no era realidad.

Me alegro mucho que estés ahorrando para comprar algunas cositas, aunque todavía falta bastante para la boda, ¿no es verdad? Dime si es así, pero dice Luis es mejor que comencemos a comprar algunas cosas desde ahora. Puedes comprar, por ejemplo: una sábana, o si quieres toallas, o ropa interior para ti, lo que tú quieras.

Tú dices que quisieras que esas dudas no llegaran más a mí, pero viejo, ¿qué voy a hacer? Es que tú estás muy lejos y me demoro tanto en recibir tus cartas, que me paso el tiempo sufriendo. Tengo deseos que todo llegue a realidad para no tener más sufrimientos, pues sé que tú serás un esposo bueno y comprensivo, y por mi parte, con la ayuda de Dios, trataré de obedecerte en todo para que te sientas bien; además podrás contar con mi cariño, pues yo te quiero mucho ahora y después más todavía. Algunos matrimonios, a los dos meses de casados, ya están que ni se miran, pero yo pienso que si Dios lo permite, ser luego mejor que ahora ¿y tú, mi corazón?

Te diré que estoy más gorda, parece que los sufrimientos me hacen engordar, pues he aumentado como siete libras; tengo la cara demasiado gorda, a lo mejor así no te gusto.

¡Una noticia para todos! Luis Cruz iba hoy para La Playa de Baracoa a ver a su esposa y demás, y después que salió de aquí, como a la hora, llegó un telegrama de Ángel María que decía: “Vamos miércoles, preparen programa especial.” Eso fue hoy, así es que mañana miércoles tenemos al apóstol con nosotros, si Dios quiere.

Tú me dices que no me vas a regañar más, pues mi amor, tú tienes derecho cuando yo cometa una falta de regañarme, usted es el que me gobierna a mí, ¿comprendes?

Viejo, te mandé a decir que la camisa era Norton, pero es Premier; está de lo más buena, yo pienso llevártela al cumpleaños del apóstol para que la estrenes, si Dios quiere.

Óyeme, ¿por qué tú no me mandaste dirección ahora? Mira que van a seguir las dudas (esto es un juego). Por ahora voy a tener que dejar de seguir escribiendo, pues son las 10 de la noche y tengo que arreglar dónde voy a dormir. Me alegro que duermas bien, y sueñes mucho conmigo. Hasta mañana, mi cariño...

¡Buenos días! Pues de nuevo tomo la pluma para decirte todo lo que siento por ti. Jorge me dice que tú no eres romántico, pero que eres muy bueno y tienes muchas cualidades; yo sé que es así. Yo no quiero que tú seas tan romántico, lo que yo necesito es que me quieras, pues esto para mí es el todo, y yo he notado en tus cartas que todo lo que me dices es verdad. Te diré que a mí el hombre de muchas palabras no me gusta. Tú me gustas tanto porque no eres como otros que prometen y no cumplen, tú prometes poco, pero cumples mucho.

Mi amor, quisiera decirte muchas cosas más, pero me agradaría decírtelas personalmente. Anoche soñé contigo.

Bueno mi querer, no demores mucho en escribir. Saluda a Estrada, María, Benigno y a todos los hermanos en esa. Saluda también a Loyola y familia, y tú recibe el cariño de quien te ama y nunca te olvida un momento, tu novia,

 

Lucía González de Luis.